La competencia global se apoya en el conocimiento de los asuntos globales que afectan a gentes a nivel local y por todo el mundo, así como al conocimiento intercultural, es decir, el conocimiento sobre las similitudes, diferencias y relaciones entre culturas. Este conocimiento ayuda a las personas a confrontar la desinformación y los estereotipos sobre otros países y otra gente, y por tanto combate la intolerancia y las descripciones simplificadas del mundo.
Asuntos globales son los que afectan a cualquier persona independientemente de su origen cultural. Van desde el comercio a la pobreza, los derechos humanos, la geopolítica, y el medio ambiente. Nos descubren cómo se interconectan las diferentes regiones del mundo al poner el foco en la diversidad y en lo común de esas experiencias (Boix Mansilla y Jackson, 2011).
Ante la emergencia de asuntos globales, cuando los intereses ecológicos y socioeconómicos sobrepasan fronteras, los asuntos (problemas) interculturales surgen en las interacciones de personas de diferentes raíces culturales.